Las claves de un triunfo histórico en un momento socioeconómico crítico
Domingo, 17 noviembre, 2019 11:05PM
INFOBAE – 14/05/2019 –
Por Eduardo Menem –
Al cumplirse este 14 de mayo 30 años del histórico triunfo de Carlos Saúl Menem que le permitió acceder por primera vez a la Presidencia de la Nación, se me requirieron algunas reflexiones al respecto. Creo que antes que nada hay que explicar el contexto político y social en que se produjo ese acontecimiento.
Algunos antecedentes
En primer término, cabe recordar que esas elecciones, que debían haberse realizado en el mes de octubre de 1989, habían sido adelantadas por el gobierno radical con el evidente propósito de superar o mitigar la grave situación económica y social que sufría el país en esos tiempos. Pero, lejos de conseguir ese efecto, el triunfo del justicialismo aceleró el deterioro de la situación, produciéndose una crisis política que llevó a renunciar a sus cargos al presidente de la Nación, Raúl Alfonsín, y al vicepresidente, Víctor Martínez.
Ante esa grave situación y habiendo un presidente y vicepresidente electos, el gobierno radical solicitó también el anticipo de la entrega del poder, la que tuvo lugar el 8 de julio de 1989, cuando la Asamblea Legislativa aceptó sus renuncias y tomó el juramento de rigor al presidente Menem y al vicepresidente, Eduardo Duhalde. Previo a ello hubo que acordar que el radicalismo no pondría obstáculos para la sanción de las leyes que, en forma urgente, propondría el justicialismo para superar la crisis, hasta que asumieran -lo que ocurriría recién en diciembre- los legisladores nacionales elegidos juntamente con el presidente y vice, ya que no se podían acortar los mandatos de los miembros del Congreso que estaban en funciones.
Enumero algunos de los factores que fueron determinantes para el triunfo del Presidente Menem:
La legitimación política que le asistía tras haber ganado, en forma impensada para muchos, las democráticas y transparentes elecciones internas del justicialismo, mediante el voto directo de los afiliados y tomando al país como distrito único. A este trascendente triunfo se lo consideró como una verdadera hazaña política, ya que se enfrentaban el gobernador de Buenos Aires, la provincia más grande del país, Antonio Cafiero, presidente del partido y que contaba con el apoyo de la casi totalidad de los gobernadores peronistas, contra el gobernador de La Rioja, Carlos Menem, que basaba sus aspiraciones en el contacto directo con el pueblo, mediante actos y caravanas en todo el país. Este triunfo, que pocos daban por hecho, lo posicionó notoriamente en su camino hacia la Presidencia de la Nación.
Su fundamental participación en la creación y militancia de la corriente renovadora del peronismo, en la cual también participaba Antonio Cafiero, que permitió «aggiornar» la doctrina y las prácticas políticas que habían ocasionado el desprestigio del partido y que, en gran medida, lo había llevado a la derrota en las elecciones presidenciales de 1983.
Su estilo político amplio y moderado en los discursos de campaña, ratificados después en los pronunciados durante el ejercicio de la presidencia de la Nación, en los que evitó ofender, descalificar o insultar a sus adversarios, procurando siempre el diálogo y el consenso, aún con quienes lo venían atacando desde antes del lanzamiento de su candidatura y siguieron haciéndolo después. A título de ejemplo, cabe recordar que Menem fue el único gobernador peronista que visitó al presidente Alfonsín inmediatamente después de su triunfo en 1983, para felicitarlo y ofrecerle el apoyo que podía brindarle durante su presidencia. Un ejemplo fue el apoyo activo y militante que le brindó a Alfonsín en la consulta popular para la aprobación del tratado que puso fin al conflicto en torno al Canal de Beagle.
La circunstancia de que su rival, el gobernador radical de Córdoba, Eduardo Angeloz, no obstante sus condiciones personales y su destacada trayectoria política, sufría el desgaste lógico por su pertenencia al oficialismo gobernante en el orden nacional que había llevado al país a una grave crisis económica y social, lo que motivaba en la sociedad un deseo de cambio a nivel presidencial.
Por último, el indiscutible carisma personal de Carlos Menem que conquistaba no sólo a los peronistas, sino también a los que no militaban en ningún partido y que se sentían atraídos por su personalidad fuerte pero humilde y cordial, con la que no resultaba difícil simpatizar
Que ocurrió después de la elección
Luego de las elecciones del 14 de mayo de 1989, la crisis económica y social del país se agravó y por cierto eso tuvo repercusiones en el ámbito político. Una de las más crudas definiciones sobre la situación que se vivía en esos momentos, la expresó el segundo hombre del equipo económico del gobierno radical, Adolfo Canitrot, quien en el diario Ámbito Financiero del 26 de mayo de 1989 manifestaba, entre otros conceptos: «Este proceso explotó en el desastre del 6 de febrero, allí todas defensas fueron sobrepasadas»… «A partir de entonces, es un proceso de destrucción del Estado. Estamos en un estado de emergencia y hay que asumirlo como tal»…..»Y el peronismo llega al poder en una situación inmanejable. Va a encontrar la casa destruida».
Como uno de los datos centrales reveladores de la crisis, cabe recordar que cuando el Presidente Menem asumió sus funciones se vivía el proceso hiperinflacionario más agudo en la historia del país, registrándose un índice del 196% en el mes de julio de 1989, con el cual se alcanzaba un total del 4.926,3 % en el último año del gobierno radical.
Ante tan crítica situación, el nuevo gobierno tuvo que adoptar medidas drásticas en relación a la reforma del Estado, autorizadas por la ley 23.696, que incluyó la declaración de emergencia y la reestructuración de las empresas públicas. Contrariamente a lo que algunos políticos y periodistas afirmaban y siguen diciendo en la actualidad, la reforma del Estado estaba prevista en la plataforma electoral y era acorde con lo que el Presidente Perón expresara en su mensaje al Congreso Nacional en 1954: «La intervención del Estado no es una verdad dogmática sino que es una definición contingente a cada momento histórico que se vive». Con una inflación de casi el 5.000 % anual, parece difícil sostener que no era uno de esos momentos históricos a los que hacía referencia el fundador del peronismo.
Después de los dos primeros años de gobierno del presidente Menem, durante los cuales la inflación amenazaba con su fatídico retorno, la convertibilidad terminó derrotándola y tuvimos 8 años de estabilidad económica, con crecimiento importante del PBI, disminución de la pobreza, autoabastecimiento energético, modernización de las explotaciones agrícolas e industriales, radicación de grandes empresas como General Motors y Toyota, entre otras cosas, que los demonizadores de los 90 siguen empeñados en desconocer u ocultar con evidente mala fe.
En definitiva, aquel triunfo histórico del 14 de mayo de 1989, por el voto del 47,49% del electorado contra el 37,03 del radicalismo, se repitió en los comicios del 14 de mayo de 1995, en los que el Presidente Menem obtuvo el 49,94% contra el 29,30 % del Frepaso que quedó en el segundo lugar. Este resultado significó la amplia aceptación por el pueblo de las políticas implementadas por Carlos Menem en su primer mandato.
El autor fue Senador nacional por La Rioja de 1983 a 2005 y convencional constituyente en la reforma de 1994
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