MALVINAS (Carta publicada en La Nación el 7/7/2012)
Jueves, 12 julio, 2012 7:34PM
Es acertado el reclamo de soberanía sobre Malvinas ante los foros internacionales pero negativo el gesto de las autoridades nacionales de negar el saludo y hostilizar a los isleños |
Las últimas acciones realizadas por el Gobierno Nacional en relación a la recuperación de la soberanía sobre nuestras Islas Malvinas han sido positivas en algunos casos y negativas en otros.
Entre las primeras se pueden señalar la continuidad de los reclamos formales antes los organismos internacionales, principalmente ante las Naciones Unidas, tal como se viene haciendo desde hace muchos años para que los británicos cumplan con el mandato de esa entidad en el sentido de resolver mediante el diálogo con la República Argentina la disputa sobre el archipiélago usurpado por la potencia colonial en 1833. También ha sido positivo advertir a las empresas que exploran hidrocarburos y pesca en la zona en disputa, que están violando la ley internacional y que son pasibles de sanciones. En el mismo sentido yo había presentado en 1995 un proyecto de ley referido a los hidrocarburos que fue aprobado por el Senado y que lamentablemente no tuvo tratamiento en la Cámara de Diputados.
Por el contrario considero muy negativa la actitud asumida por la Presidenta de la Nación y el canciller de negar el saludo y por ende el diálogo con los isleños, en ocasión de la última reunión del Comité de Descolonización. Los habitantes de las islas, que han adoptado la ciudadanía británica, no revisten el carácter de “parte” en la disputa entre los Gran Bretaña y Argentina, pero no cabe ninguna duda que la posición que adopten tendrá mucho peso en la decisión de la potencia usurpadora. Destratar a los isleños puede redituar dudosos réditos políticos internos, pero nos aleja de nuestro objetivo de recuperar el territorio malvinense como lo manda la Constitución Nacional (cláusula transitoria primera).
En los años 90 habíamos llegado a entablar relaciones cordiales con algunos de los integrantes del Consejo que gobierna las islas, entre ellos recuerdo a Sharon Halford, quien visitó el Senado de la Nación en el año 1995, con quienes coincidimos en la necesidad de estrechar vínculos, en el marco de un respeto mutuo.
Lamentablemente se optó después por la política de desairar y hostilizar innecesariamente a los isleños, con los resultados que todos conocemos. En ese clima de confrontación con quienes no corresponde, el reciente anuncio unilateral del Gobierno argentino de establecer vuelos semanales a Malvinas parece otro desatino que sólo podía tener la respuesta negativa que es de público conocimiento